martes, octubre 31, 2006

Do u want a cup of tea?

Me estoy tomando un té. Una rica y gigante taza de té.
Está cargadísimo porque me colgué haciendo otras cosas, entre ellas, testear el estado de una salsa blanca made-in-Protumaxtor, que a pesar del sabor aceptable, sus tres semanas de alojamiento refrigeradoril me provocan un leve escozor.
La idea de que las cosas en la heladera duran hasta que te las comés me terminará matando cuando viva solo. O seré como el Pity, y generaré la cantidad de anticuerpos necesaria para no morir jamás.

Ok, retomo.
El té me pide un ritual a veces exasperante, pero que hago cada vez que tomo uno (unas tres o cuatro veces diarias).
1 ) Seleccionar el saquito (esto es como un sorteo, no ves lo que sacás, pero el instinto te dice que el que agarrás es EL saquito. Afortunadamente, nunca lo es.)
2) Elegir la taza. Esto es crucial. Si la taza elegida tiene un desperfecto, el té se vuelve insoportable. Las características de la taza perfecta me las guardo como secreto de estado, pero por eso, mucha gente ha querido preparame un té en sus hogares y han sido rechazados.
3) El pan. Indispensable un pedazo de pan. No como pan, pero a veces me agarran ataques de querer hacer ese desagradable acto de meter el pan en la taza y sacarlo mojado. Es un asco, pero prefiero estar preparado a tener que levantarme corriendo el riesgo de que el té se enfríe.
4) El lugar de la taza en la mesa / escritorio / etc. Otro ítem importate. Comodidad, cercanía a las manos, imposibilidad de manchar papeles. Todo eso debe ser tenido en cuenta.
Si alguna vez trabajo en una oficina, quizás no sea el empleado del mes, pero mi escritorio va a ser muy prolijo y limpio. Aparte no tomo café y eso es un plus.

Hay algo peor que el té de Mc Donald's? Quizás no sea feo, pero el hecho de que sea de MD hace que pierda magia. Vaso de telgopor, sin tapita, saquito sin marca. Un horror. Aparte es más dulce que los demás o me da esa sensación.
Ciabatta + té, sigue siendo, a pesar de todo, una combinación ma-ta-do-ra.

Ayer a la tarde, me compré en el Havanna de Acoyte y Rivadavia, un té para llevar.
Una gloria en vasito Starbucks style.
El té? una mierda, pero ir por la calle sintiéndote Lorelay Gilmore es impagable.

Mientras escribo esto, Bárbara, mi gata, me mira como si la hubiera dejado por otra en sus narices. Los seres que amo tiene cierto matiz posesivo. Si los quisiera menos tal vez ería mejor. No se.

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