Mini relato de saberse bueno consigo

Vuelvo a mi casa después de un día que me agotó. No hay nadie.
Pongo agua a calentarse para poder prepararme un té. Me cambio los jeans y la camisa usados durante el día para quedar en remera y frescas bermudas que cualquier skater adolescente querría tener. Voy a refrescarme en mi baño en suite y prendo un cigarrillo. Horas sin fumar hicieron que la pirmer pitada sea muy placentera.
Termino el cigarrillo y recuerdo el agua. Espero que se enfríe un poco y lleno una taza grande con un dibujo de Garfield, de esas que dicen "En esta taza toma solo papá/mamá/tío/José/etc."
Me siento en la pc a chequear mails y hacer una que otra estupidez que nada tiene que ver con lo que pensaba hacer en internet durante el viaje a mi casa.
Nada nuevo en mi casilla. Como siempre. Mando un mail. Me llaman por teléfono. Equivocado. Me tocan el portero, alguien que jamás hubiera esperado quería caminar por la ciudad. Protesto por lo bajo, me cambio y salgo.
Fuimos a su casa. Hablamos de cine, literatura, música, sexo, alcohol, recordamos viejas épocas, actualizamos nuestras bases de datos, hablamos de amores y desamores, de odios y cariños. Típica charla de personas de veintiún años que se encuentran después de muchos meses y sucesos.
Me pide que ponga música. Busco en sus discos y no había nada que me gustara lo suficiente. Encontré "El Último Concierto B" de Soda Stereo y "Appetite For Destruction" de Guns N' Roses. Después de pensar que era una persona de esas que tiene los discos que supuestamente marcan algo de cada banda, puse esos para matizar la amena charla, ya suavizada por otro amigo presente y cervezas y gaseosas bajo cero.
Nos despedimos. Mi otro amigo y yo caminamos juntos ya que nos separan apenas tres cuadras. Le comenté mi pensamiento sobre el gusto musical de la dueña de casa. Me dijo que tenía razón, pero quién no tenga algo así en su casa que tire la primera piedra.
Yo en mi casa tengo otros discos. Ya rompí la ventana.